Review Sekiro Shadows Twice - Parte III
Hablando de mecánicas, una de las más importantes es el combate, mientras los jugadores veteranos de Souls, se esconden detrás de escudos, al menos la mayoría, muy pocos adoptan un estilo abierto y agresivo de esquivar y atacar. Mientras en Bloodborne, la respuesta a esto fue eliminar los escudos como tal, adoptando ese estilo ofensivo y frenético. Sekiro, cambia esta fórmula, aunque no por ello se aleja del estilo de la saga. Sekiro transfigura la típica estamina o estabilidad en un atributo llamado “Postura” la postura es nuestra defensa, y si un enemigo la rompe, romperán nuestra defensa. De la misma forma, nosotros debemos romper la postura del enemigo, al hacerlo, abrimos una brecha en su defensa, para poder atacar directamente a su salud, a veces con golpes mortales definitivos. No obstante, es una forma de combate muy táctica y laboriosa, por así decirlo. Lograr una ruptura de postura y un ataque, podría disminuir o ralentizar la recuperación de la postura del enemigo. Pero también se puede contraatacar lo que rompe la postura del atacante si logra hacerlo y causa un gran daño, por supuesto también se puede esquivar en su totalidad. La fórmula del contraataque consiste en desviar el ataque en el momento justo antes de conectar el golpe, similar a los “parrys” o paradas, pero más complejos.
Pero el combate es un gran abanico de habilidades y posibilidades, que requiere de un dominio pulcro de las habilidades, he de decir que el sistema de combate es una de las cosas que más me ha gustado de este juego; ataques por lanzamientos, barridos y ganchos. Todos y cada uno tienen su táctica, por ejemplo, los ataques de barrido deben ser esquivados saltando, mientras que otros ataques solo es necesario hacerse a un lado. Los tiempos y la precisión son muy importantes, no es un simple juego de acción o un machaca botones. La curva de aprendizaje es elevada, pero es bastante satisfactorio el proceso de aprendizaje. Se trata no solo de acostumbrarte, si no se aplica la llamada memoria muscular, a fin de poder reaccionar de forma natural a los ataques, sea cual sea. Una vez dominas ese factor, te encuentras ante un reto, sí, pero ante un reto que sabes puedes confrontar, no sin dificultad. La vida del Shinobi, vive y muere por la espada, aunque esta vez no moriremos, al menos no definitivamente. Cuando te enfrentas a enemigos duros y ves que bloqueas, esquivas y contraatacas ráfagas y combos de golpes con naturalidad, sientes que eres el mejor Shinobi que ha existido y eres tú. No todo es invulnerable o tan superior como parece, solo debes adaptarte y, hay belleza y cierta felicidad en ese proceso.
Los enemigos de bajo nivel, solo necesitan un par de golpes para romper la postura, pero a medida que avanzas y te encuentras con nuevos enemigos, se convierte en algo más complicado. Cada enemigo tiene una variedad de ataques, con movimientos específicos y tiempos precisos. Por lo que es de vital importancia estudiar al enemigo, aprender cómo se comportan y cómo reaccionar a cada uno de ellos según la situación. El estilo de combate se adapta como no, a la temática del juego, sumergiéndote en el ambiente de ese Japón Sengoku, cada batalla es una experiencia, un baile apacible de movimientos, y el resultado se decide por destreza y habilidad, en un solo golpe mortal, rápido y preciso. No todos los enemigos, como es de esperarse requieren la misma táctica, no todos pueden ser superados esquivando o bloqueando, De vez en cuando te puedes encontrar con los típicos enemigos… lo diré “toca pelotillas” que son muy grandes o demasiado salvajes, de ataques irrisorios. Siempre viene bien entonces recordar la vieja escuela, aprender un poco de los mayores y seguir la táctica Souls, dar vueltas en torno a él con rapidez y manteniendo las distancias y solo atacar cuando falle uno de sus ataques. Después de todo hay cosas que nunca cambian, lo cierto es que Sekiro te arroja una cantidad constante de enemigos variados y únicos, cada cual más desafiante que confían en poder acabar con tu existencia. En Sekiro hay de todo, desde animales grotescos, espadachines consumados a criaturas sobrenaturales que recuerdan más a un juego de terror.